¿Ha perdido ya Estados Unidos de vista a China? Una reflexión sobre la política exterior estadounidense
Mientras el mundo sigue evolucionando a una velocidad vertiginosa, Estados Unidos, superpotencia durante gran parte de los siglos XX y XXI, se encuentra en una encrucijada. Con crisis globales en múltiples frentes -la guerra en Oriente Medio, la guerra en Ucrania, la pandemia del COVID-19, la polarización política interna y la creciente alineación del Sur Global con los BRICS- cabe preguntarse: ¿Ha perdido ya Estados Unidos de vista a China? Y en el contexto de los argumentos de Kishore Mahbubani en ¿Ha ganado China? The Chinese Challenge to American Primacy, ¿se enfrenta Estados Unidos a un reto estratégico más profundo de lo que cree?
Guerra en Oriente Medio y Ucrania: ¿Distracciones o prioridades estratégicas?
Los conflictos de Oriente Medio, en particular el palestino-israelí, han ocupado durante mucho tiempo la política exterior de Estados Unidos. Aunque el mantenimiento de las alianzas en la región sigue siendo fundamental, estos conflictos han consumido a menudo grandes cantidades de energía y recursos diplomáticos. Del mismo modo, la guerra en Ucrania, desencadenada por la invasión rusa, ha atraído gran parte de la atención de Occidente y ha provocado un resurgimiento de las tensiones de la época de la Guerra Fría. Aunque el apoyo a Ucrania es crucial para mantener el orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial y defender la soberanía, representa un compromiso significativo tanto en términos militares como financieros.
Sin embargo, con estas distracciones, ¿ha desviado Estados Unidos inadvertidamente la atención del desafío geopolítico a largo plazo que plantea China? Mientras Washington sigue inmerso en estos conflictos, China ha ido ampliando silenciosamente su influencia en todo el mundo, especialmente a través de iniciativas como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) y la profundización de sus lazos económicos en Asia, África y América Latina.
Las secuelas de COVID-19: ¿Un cambio de poder?
La pandemia de COVID-19 también representó un importante punto de inflexión en la geopolítica mundial. Mientras Estados Unidos luchaba con una respuesta nacional desarticulada, China logró recuperarse con relativa rapidez, utilizando la pandemia para consolidar aún más su papel en las cadenas de suministro mundiales y demostrar su capacidad de movilización impulsada por el Estado. El éxito percibido de China en la gestión de la pandemia -a pesar de las controversias sobre los orígenes del virus- le permitió posicionarse como un actor global responsable, proporcionando ayuda médica y vacunas a los países en desarrollo, reforzando su poder blando en un momento en el que el liderazgo de Estados Unidos estaba en gran medida ausente.
La pandemia también exacerbó los problemas internos de Estados Unidos, profundizando la polarización política y debilitando aún más su imagen de liderazgo mundial. Mientras China seguía persiguiendo objetivos estratégicos a largo plazo, Estados Unidos parecía cada vez más preocupado por cuestiones internas.
Polarización interna: La erosión del liderazgo mundial
La creciente polarización política de Estados Unidos ha debilitado sin duda su capacidad para liderar con eficacia la escena mundial. Con los debates internos sobre cuestiones como la inmigración, el derecho al voto, la desigualdad económica y las tensiones raciales, la política exterior estadounidense ha pasado a menudo a un segundo plano ante las luchas internas. Esta polarización ha creado un bloqueo significativo en Washington, dificultando la elaboración de una agenda de política exterior coherente y sostenida.
Mientras tanto, el sistema político chino, aunque autocrático, ha permitido un enfoque estratégico a largo plazo que está en gran medida aislado de las presiones internas. Bajo la presidencia de Xi Jinping, China ha perseguido sistemáticamente su visión de convertirse en una superpotencia mundial en 2049, año del centenario de la fundación de la República Popular China. Mientras Estados Unidos se enfrenta a ciclos electorales y cambios de administración, los planes a largo plazo de China permanecen ininterrumpidos.
La expansión de los BRICS y la alineación del Sur Global
La expansión de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es otro cambio importante en la geopolítica mundial al que Estados Unidos debe hacer frente. La influencia de los BRICS ha crecido, y los países del Sur Global se alinean cada vez más con su modelo alternativo de cooperación internacional. No se puede exagerar la influencia de China en este bloque: no sólo es la mayor economía del BRICS, sino que también desempeña un papel destacado en la configuración de su visión de un mundo multipolar.
El creciente alineamiento de países de África, América Latina y Asia con China y los BRICS supone un desafío para el orden internacional liberal liderado por Estados Unidos. Muchos de estos países, desilusionados con el dominio histórico de Occidente y su lenta respuesta a sus necesidades de desarrollo, miran cada vez más a China como una alternativa viable de asociación económica e influencia política. El énfasis de China en el desarrollo de infraestructuras y la inversión ha calado hondo en las naciones del Sur Global, erosionando aún más la influencia de Estados Unidos.
¿Ha ganado China? El desafío chino a la primacía estadounidense
El libro de Kishore Mahbubani ¿Ha ganado China? The Chinese Challenge to American Primacy, de Kishore Mahbubani, sostiene que Estados Unidos ha malinterpretado la naturaleza de su competencia con China. Según Mahbubani, Estados Unidos ha dedicado demasiado tiempo a suponer que el sistema chino se derrumbaría bajo el peso de sus contradicciones: su autoritarismo político, su planificación central y su represión de la disidencia. Sin embargo, lejos de derrumbarse, China ha seguido ascendiendo, desarrollando un modelo híbrido de capitalismo impulsado por el Estado que ha dado resultados impresionantes en crecimiento económico, innovación tecnológica e influencia mundial.
Mahbubani sostiene que Estados Unidos se enfrenta a un momento de ajuste de cuentas. En lugar de intentar contener a China mediante alianzas militares o sanciones económicas, Estados Unidos debe replantearse su estrategia centrándose en la renovación interna y la cooperación mundial. El pensamiento estratégico a largo plazo de China y su capacidad para adaptarse sin las limitaciones de un sistema democrático le han dado una ventaja significativa en la competición por la influencia mundial. Además, la tendencia de Estados Unidos a enmarcar su relación con China en términos de Guerra Fría puede ser contraproducente, ya que pasa por alto las complejas interdependencias que existen entre ambas economías.
El camino a seguir: Reacción estratégica
Entonces, ¿ha perdido Estados Unidos de vista a China? La respuesta puede ser matizada. Mientras Estados Unidos sigue profundamente involucrado en crisis mundiales y distraído por cuestiones internas, el ascenso de China no ha cesado. Sin embargo, no todo está perdido para Estados Unidos. El país sigue manteniendo una vasta influencia económica, militar y cultural, y sus alianzas con naciones democráticas siguen siendo un formidable contrapeso al poder de China.
Para recuperar su equilibrio, EE.UU. debe:
Volver a centrarse en la competencia estratégica: Aunque abordar las crisis inmediatas es importante, Washington no debe perder de vista los retos a largo plazo. Estados Unidos necesita una estrategia integral para China que dé prioridad a la resistencia económica, la innovación tecnológica y el compromiso diplomático.
Invertir en la renovación interna: La polarización y el bloqueo político internos están minando la capacidad del país para liderar en el exterior. Abordando los problemas internos, Estados Unidos puede restablecer su credibilidad y su capacidad para proyectar un liderazgo mundial.
Comprometerse con el Sur Global: Estados Unidos debe desarrollar una estrategia de compromiso más sólida con los países en desarrollo. Centrarse en el desarrollo sostenible, el comercio equitativo y la inversión en infraestructuras ayudará a contrarrestar la influencia de China en estas regiones.
Estados Unidos no ha perdido necesariamente de vista a China, pero sin duda corre el riesgo de quedarse atrás. A medida que China continúa su ascenso, Estados Unidos debe replantearse su enfoque para mantener su posición en un orden mundial que cambia rápidamente. Hay mucho en juego, y la próxima década será decisiva para determinar si Estados Unidos puede adaptarse y prosperar ante el desafío chino.